Con motivo de la celebración, el próximo 25 de marzo, de la Jornada por la Vida y la reciente aprobación de la Ley de Eutanasia, el delegado episcopal de Pastoral de la Salud, Fernando Carmona, ha dirigido la siguiente carta a los fieles:
Decir que la Iglesia siempre ha hecho una apuesta clara y decisiva por la Vida, creo que no es ninguna novedad, pero hay situaciones en la historia, en las que lo habitual, debe ser expresado de forma aún más clara si cabe. En situación de pandemia como la actual, se viven días de intenso sufrimiento para toda la sociedad, pero especialmente para muchas personas que enferman y sus familiares, llegando a extremos tan trágicos como puede ser la muerte de un ser querido. Pero aun siendo así, algunos se empeñan en llevar la cultura de la muerte hasta sus extremos más inhumanos, teniendo un ejemplo claro en este tiempo cercano con la Ley Orgánica de regulación de la eutanasia.
No obstante, la condición humana a imagen y semejanza de Dios, por naturaleza, busca siempre el bien de su prójimo, especialmente si ese prójimo vive en situación de enfermedad o se encuentra al final de su vida. Y es ahí, donde surgen y deben plantearse los Cuidados Paliativos, área de la medicina que busca la atención integral de la persona al final de la vida. Esa atención en plenitud se consigue abordando de forma correcta todas las dimensiones propias del ser humano; la física-biológica, la psico-emocional, la socio-familiar y la espiritual-religiosa. De esta forma, evitaremos el sufrimiento evitable, pero sobre todo aliviaremos y daremos sentido al inevitable.
Esa atención en plenitud, como es de imaginar solo se consigue con la labor de un equipo de personas que debe estar siempre disponible para hacer profundamente humana la experiencia del que sufre. Profesionales del ámbito de la salud, médicos, enfermeras, psicólogos, trabajadores sociales…pero también voluntarios y por supuesto, agentes de atención espiritual y religiosa como ocurre en muchas de nuestras parroquias. Mención especial para los capellanes de hospitales que tan importante y valiosa misión realizan al llevar el Evangelio de la Vida a los enfermos hospitalizados.
Lo humano y por tanto lo cristiano es la búsqueda del Bien, pero lo que definitivamente da sentido a esa búsqueda es que es un “bien con mayúsculas” que a la vez se hace Vida. Por eso, los cuidados paliativos defienden la Vida, también al final de ésta terrenal, porque solo de esa forma la persona encuentra sentido a su existencia. Así conseguimos algo que parece inimaginable; es posible un buen morir, más aún es posible dar sentido a la vida en el morir.
Este año 2021, el papa Francisco, ha convocado un “Año de San José”. La Providencia vuelve a actuar en la historia del hombre. La Iglesia propone que nos dejemos acompañar por aquél que vivió en su propia carne la experiencia más hermosa de una buena muerte, morir en los brazos de Jesús y María. No creo que podamos imaginar un mejor morir. En esta Jornada por la Vida desde la Pastoral de la Salud os pedimos que encomendemos a San José a todos aquellos que viven su final de vida, enfermos y familiares, así como a todos aquellos que tenemos el privilegio de acompañarles.
“Aquí estoy , oh Dios, para hacer tu voluntad” (Hb 10, 7)
Fernando F. Carmona Espinazo
Delegado Diocesano de Pastoral de la Salud