NUESTRA SEÑORA DE LOURDES. En 1858, a partir del 11 de febrero, la Virgen María se apareció hasta dieciocho veces a Bernardita o María Bernarda Soubirous en los Pirineos, cerca de Lourdes (Francia), dentro de la gruta de Massabielle, junto al río Gave, y le dijo: «Yo soy la Inmaculada Concepción», confirmando así el dogma mariano que había declarado solemnemente el papa beato Pío IX cuatro años antes, en 1854. Por medio de santa Bernardita (cf. 16 de abril), humilde jovencita entonces, María Inmaculada llamaba a los pecadores a la conversión, suscitando un gran celo de oración y amor, principalmente como servicio a los enfermos y pobres. JORNADA MUNDIAL DEL ENFERMO. Juan Pablo II, en Carta del 13 de mayo de 1992, decía: «He decidido instituir la Jornada mundial del enfermo, que se celebrará el 11 de febrero de cada año, memoria litúrgica de la Virgen de Lourdes». Añadía que tal Jornada «tiene como objetivo manifiesto sensibilizar al pueblo de Dios y, por consiguiente, a las varias instituciones sanitarias católicas y a la misma sociedad civil, ante la necesidad de asegurar la mejor asistencia posible a los enfermos; ayudar al enfermo a valorar, en el plano humano y sobre todo en el sobrenatural, el sufrimiento; hacer que se comprometan en la pastoral sanitaria de manera especial las diócesis, las comunidades cristianas y las familias religiosas; favorecer el compromiso cada vez más valioso del voluntariado; recordar la importancia de la formación espiritual y moral de los agentes sanitarios; y, por último, hacer que los sacerdotes diocesanos y regulares, así como cuantos viven y trabajan junto a los que sufren, comprendan mejor la importancia de la asistencia religiosa a los enfermos. (...) Y Lourdes, uno de los santuarios marianos más queridos para el pueblo cristiano, es lugar y, a la vez, símbolo de esperanza y de gracia en el sentido de la aceptación y el ofrecimiento del sufrimiento salvífico». |
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